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Plastificando que es gerundio

Es una operación de alto riesgo. Requiere precisión y sangre fría. 48 horas antes de enfrentarme a ella dejo de tomar café, azúcar y alcohol. Intento dormir 8 horas. Hago yoga y medito. Busco mi playlist de música clásica —adagios, nada de allegros. Escojo un momento en el que estaré solo en casa. Respiro hondo. Vamos allá. La vuelta al cole ya está aquí y, con ella, la pesadilla de muchos padres: plastificar los libros de tus hijos con papel transparente autoadhesivo. Ríete tú de desarmar una bomba en un centro comercial en vísperas de Navidad.

He despejado la mesa entera. No me hace falta más que un extremo, pero la he limpiado y esterilizado enterita. La mesa de operaciones de un hospital parece un estercolero a su lado. Coloco las herramientas: el rollo de plástico, guardado durante un año en el cajón, las tijeras que cortan, la cinta adhesiva, la regla de 30cm. Me remango. Estoy listo.

Hago un recuento de los libros que necesitan ser plastificados. Tamaños, tipos de tapa, grosor del lomo, frecuencia de uso, nuevos o usados. Todos estos criterios ayudan a determinar el orden por el que pasarán por el altar de purificación y protección. Decido empezar por uno que no es el más fácil, pues tiene un lomo de 1cm, pero tampoco el que más usará mi hija: si meto la pata, será una catástrofe irreparable y una vergüenza que se transmitirá de generación en generación, pero no una catástrofe apocalíptico-distópica nuclear.

El objetivo es obvio: plastificar los libros. Pero, dentro de esta loable meta, hay controles de calidad que uno debe cumplir, y trampas que debe evitar:

-        El pegamento del plástico autoadhesivo es más rápido y eficaz que el superglue. Precaución, amigo conductor. Si en tu historial de Google se puede encontrar “cómo despegar plástico autoadhesivo libros cole ayuda”, quizá seas puro de intenciones, pero ya no de corazón.

-        Las burbujas, en la cerveza, gracias: el plástico debe quedar perfectamente adherido sin burbujitas. En caso de haberlas, se pueden pinchar con un alfiler y alisar, pero ya uno se va a la cama esa noche con la sensación de haber fracasado en la vida.

-        Extensión del punto anterior: hay niños que piden que dejes alguna burbujita porque les gusta jugar con ella: empujarla, moverla, chafarla y, algún día, pincharla y eliminarla. No. Esos niños deben aprender desde su más tierna infancia que la vida está plagada de decepciones.  

-        Céntrate. Focus. No existe nada más que ese libro, el rollo de plástico, las herramientas, y tú. Yo también preferiría estar en el dentista o haciendo la declaración de la renta, pero no es lo que toca ahora. Entrégate por completo a tu obra.

-        Nunca plastifiques el día que has ido al peluquero, si tienes la piel seca, o estás pasando por una etapa vital de tanto estrés que se te caen las pestañas: lo último que quieres atrapado forever and ever entre el plástico y la tapa y a la vista de todos son pelos, caspa o pestañas. No se considera trampas pero sí le resta prestigio hacer la operación con indumentaria de quirófano.

-        Ni las tijeras deben ser de calidad industrial, ni la cinta adhesiva la que usan en la NASA, pero te lo pido súper porfa: unas tienen que cortar, la otra tiene que adherir y durar todo el curso. No queremos llamar a Houston porque tenemos un problema en enero.

-        La repetición es el camino hacia la excelencia: usa los mismos pasos para todos los libros. Por ejemplo: medir, portada, lomo, corte lomo, contra portada, recorte, ajuste de portada, etc. Porque claro, si por el motivo que sea —en vez de música clásica te has puesto los grandes éxitos de Julio Iglesias y entre “soy un truhan” y “soy un señor”, te has dejado llevar— vas y volteas el libro antes de hora, o te olvidas de marcar el lomo, pues bueno. Es que no lo quiero ni pensar. Sudores fríos. 

Tranquilos. Ya paro. No os voy a contar cómo plastifico, paso a paso y uno a uno, todos los libros escolares de mi hija para el curso 2025/26. Una cosa es un relato apasionante de suspense y otra cosa que el escritor se tenga que buscar otro hobby porque aburre a las ovejas.

Pero sí añado un último comentario. A ver si lo puedo escribir, se me saltan las lágrimas de pensarlo, me agobio, y se veo el teclado borroso. Vamos. Uf. Hay padres que usan plástico no adhesivo. Ya está, ya lo he dicho. No voy a decir que sea deplorable, no voy a juzgar la cobardía, ni voy a comparar el acabado final porque, como decía Zlatan, el león no se compara con las gacelas. Solamente diré que Dante se quedó corto cuando miro hacia abajo. Métele más círculos, Alighieri, que yo te mando a gente.

En fin. Llevo dos días sin beber café, alcohol o tomar azúcar. He dormido 8 horas. Voy a meditar, ducharme, exfoliarme y depilarme las pestañas que esta tarde estoy solo en casa. Tengo los Adagio de Karajan a mano. El rollo de plástico, las tijeras que cortan, la cinta adhesiva, la regla de 30cm. Estoy listo.

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